Blog

Cuando el vacío elige por ti: relación de pareja sin propósito.

Vacío1

Cuando el vacío elige por ti: relación de pareja sin propósito, es uno de los temas que a veces, llega a consulta alguien que no sabe por dónde empezar. Me habla de su relación de pareja, de lo que le molesta, de lo que le duele… pero en algún punto hace una pausa, baja la mirada y dice:
“En realidad, no sé por qué estoy con él/ella. Fue pasando. No tenía a nadie, coincidimos… y aquí estamos.”

Y entonces se abre la puerta a una conversación mucho más profunda, que ya no trata de la pareja sino de ellos mismos. De cómo llegaron ahí. De cómo un día dejaron de hacerse preguntas, de buscar sentido, y empezaron simplemente a acomodarse.

Vivimos en una sociedad que nos empuja a tener pareja como si fuera una meta. Desde pequeños escuchamos frases como: “¿Y el novio?”, “Ya te toca casarte”, “No te puedes quedar solo en la vida”. Nadie nos enseña a estar con nosotros mismos, a gestionar el silencio, a escuchar el vacío, a darle forma al propósito. Entonces, cuando aparece alguien —que no siempre es la persona adecuada, pero sí disponible—, ese alguien se convierte en compañía, en rutina, en proyecto… aunque en el fondo no lo sea.

Muchas personas, en vez de buscar un compañero de vida, encuentran un compañero de ocio. Alguien con quien compartir tardes, viajes, comidas, series… pero no preguntas profundas, ni evolución, ni responsabilidad emocional. Y sin darnos cuenta, nuestras vidas empiezan a girar en torno a ese vínculo que no nos construye, sino que nos distrae.

No hay nada de malo en compartir la vida con alguien. Lo complejo comienza cuando esa relación nace desde la carencia. Desde el miedo a estar solo, desde el vacío que no queremos mirar. Desde esa urgencia de tapar el silencio interno con presencia externa.

He visto personas abandonar sueños, amistades, pasiones… solo por encajar en una relación que les da algo de presencia, pero les quita libertad. Relaciones donde uno de los dos —o los dos— no están realmente comprometidos consigo mismos, y por eso acaban dependiendo del otro para sentirse valiosos, visibles o incluso reales.

Y lo más duro de este tipo de vínculos es que muchas veces se confunden con amor. Pero el amor no debería doler. No debería ser el escape de una vida sin rumbo, sino el encuentro de dos caminos que deciden ir en la misma dirección.

Cuando no tienes propósito, cualquier cosa parece suficiente. Un mensaje, una llamada, una cena, alguien que te hable bonito. El hambre emocional es traicionera: te hace conformarte con migajas creyendo que es un banquete. Te hace decir “sí” cuando por dentro algo grita “no”.

Y claro que hay momentos compartidos que parecen genuinos. Claro que hay risas, conexión, sexo, planes. Pero, ¿cuánto de eso es verdadero? ¿Y cuánto es una necesidad disimulada de no enfrentarte a ti?

A veces esa relación funciona como una anestesia. Te evita mirar lo que no quieres ver: que no sabes quién eres, que no tienes una brújula interna, que no sabes hacia dónde va tu vida. Y entonces el otro se convierte en tu excusa, en tu agenda, en tu mapa.

El problema es que cuando el otro falla, se va, se aleja… todo se derrumba. Porque no era solo tu pareja: era tu sentido. Era tu identidad prestada. Y ahí empieza la verdadera crisis. La que, si se mira bien, puede ser también una oportunidad.

La buena noticia es que siempre se puede volver a uno mismo. Siempre se puede detener el ruido, pausar la búsqueda afuera y mirar hacia dentro. Tal vez no encuentres respuestas inmediatas, pero encontrarás algo mucho más importante: la voluntad de estar contigo y escucharte sin huir.

El propósito no siempre llega como una iluminación divina. A veces se construye paso a paso. Escuchando lo que disfrutas, notando lo que te da energía, lo que te mueve el corazón. El propósito no siempre es una gran misión; a veces es algo simple, pero tuyo. Algo que da sentido a tus días, que te conecta con tu autenticidad.

Cuando tienes eso, cuando te eliges, cuando te habitas… entonces puedes amar sin depender. Puedes compartir sin disolverte. Puedes estar con alguien por elección, no por necesidad.

Y eso cambia todo. Porque ya no estás buscando a alguien que te salve, sino a alguien con quien crecer. Ya no temes estar solo, porque sabes estar contigo. Ya no eliges desde el vacío, sino desde la plenitud.

Así que si sientes que estás en una relación que más bien te distrae que te construye, detente un momento. No para romper nada necesariamente. Sino para mirar. Para preguntarte con honestidad:
¿Estoy aquí por amor o por miedo? ¿Esta relación es una elección o un escape?
¿Qué parte de mí estoy dejando de lado por mantener esto que tengo?

Y si no sabes la respuesta, no pasa nada. A veces, la incomodidad de la pregunta es el primer paso hacia el verdadero cambio.

Porque antes de elegir a alguien, hace falta elegirte a ti. Y eso no es egoísmo, es responsabilidad emocional.

Esther Vega.

vacío1

About gestaltconesther.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable: Patricia Vega Gracia.
  • Finalidad:  Moderar los comentarios.
  • Legitimación:  Por consentimiento del interesado.
  • Destinatarios y encargados de tratamiento:  No se ceden o comunican datos a terceros para prestar este servicio. El Titular ha contratado los servicios de alojamiento web a WordPress que actúa como encargado de tratamiento.
  • Derechos: Acceder, rectificar y suprimir los datos.
  • Información Adicional: Puede consultar la información detallada en la Política de Privacidad.